
San Marcos “La universidad del Perú” reza el lema, pero aquella afirmación no es del todo exacta. Durante la colonia la universidad fue una ficha más del engranaje del invasor, los pilares sobre los que se fundó fueron los mismos sobre los que España instauró su virreinato: religión y exclusión; y, sin embargo, San Marcos tuvo un papel importante durante la Independencia promoviendo las ideas republicanas y liberales que muchos próceres hicieron suyas. Hubo, cabe anotar, un tiempo posterior donde su relevancia fue mayor, dando cobijo a hombres y mujeres que pensaron e hicieron tanto por el Perú; pero hoy ha dejado de ser un actor destacado, rehuyendo de su labor humanista en pro de un tecnicismo acelerado; además, los defectos de nuestra sociedad se infiltran en su quehacer académico, pues se convive aún con el racismo, la discriminación, la corrupción y el pulso reaccionario.
Es por lo último expuesto que resulta tan llamativo que se haya graduado la primera promoción de lengua aimara en sus claustros; situación que tenemos que ver en perspectiva, una universidad que empezó dictando en latín hace más de 470 años da por fin espacio a una de nuestras lenguas originarias (además del quechua que ha tenido mayor presencia), y al analizarlo con detenimiento caemos en la cuenta de que tal alegría encierra un profundo pesar: ¿por qué se ha esperado tanto?
Creo, sin embargo, que la alegría y la fuerza del pueblo aimara son tan grandes que sobrepasan nuestra estreches de mente. Mauro Mamani, aimara él y docente sanmarquino, lo expresó claramente durante la ceremonia de graduación: hay un aire de nuevos tiempos; y como él mismo acotara, cada espacio nuevo donde el aimara se hace presente nos invita al compromiso. Compromiso que desde la academia sanmarquina hoy reafirman al tener un curso de literatura y de enseñanza del idioma aimara.
Que hoy haya una primera promoción de estudiantes del aimara es, ciertamente, un momento histórico y lleno de emoción, que se plasmó en una ceremonia que tuvo palabras, música y comida aimaras. Pero desde mi perspectiva no pude dejar de sentir una sensación de lejanía causada, justamente, por esas distancias tan dañinas sobre las que hemos construido este país; es verdad, pues, que cuesta entendernos, y no me refiero solo al idioma, sino que cuesta entender nuestra identidad, nuestra raíz indígena, aquella de la cual nacerá un nuevo Perú. Por ello, tomemos esta posta y hagamos nuestro el compromiso por revalorizar nuestra identidad teniendo presente, cómo no, “el latido de la palabra y la tierra en nuestro corazones”. ¡Jallalla pueblo aimara!
Publicado el 20 de setiembre de 2023