Memorial a Mihaela Radulescu

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Memorial a Mihaela Radulescu
Imagen: Jorge Vasquez. Derechos Reservados

Hace un mes una noticia triste conmocionó a la comunidad de la Escuela de Arte de San Marcos, así como a los espacios académicos relacionados con el arte y la escena cultural del país: Mihaela Radulescu había fallecido.

El recuerdo de Mihaela Radulescu perdurará por mucho en las aulas de San Marcos, pues ella fue una profesora entrañable y distinta; y tengo la certeza de que serán varias generaciones de estudiantes suyos quienes la tendrán presente y difundirán su legado. Voy a explicar porqué creo en todo ello a partir de mi experiencia personal.

Cuando ingresé a San Marcos lo hice con una ilusión grande, lleno de expectativas. San Marcos era para mí el espacio donde grandes hombres y mujeres del país se habían formado; era, por lo tanto, un espacio de debate, de inquietud cultural, de ideas en los pasillos, de arte, de música, de rebeldía. Pero enorme fue mi decepción, pues mi generación debe ser de las más anodinas que hayan pasado por las aulas de San Marcos. Los chispazos se sucedían sin dejar secuela, gestos pequeños se desvanecían sin siquiera dar tiempo a pensar en ellos. Una revista, un fanzine, un cineclub, un grupo de estudios, un concierto, un recital; todos siempre aislados sin despertar mayor interés. El pulso rebelde que surge ante toda quietud, lamentablemente, no se enseña en los libros. Sin embargo, nunca es inútil alguna esperanza, y Mihaela era justamente eso, una entusiasta, alguien que creía en los jóvenes, en el pulso iconoclasta que nunca debe morir.

Mihaela enseñaba un par de cursos donde cosas extrañas sucedían, cosas que a más de uno habrán desconcertado. Mihaela enseñaba sobre los hippies, el punk y el arte contemporáneo. No tenía reparos, los dilemas teóricos no encontraban lugar en sus clases, las preguntas venían después; para ella era primero la experiencia. Mihaela representaba lo que no existía (y no existe) en las aulas de San Marcos: gente inquieta, desinhibida, con suficiente bagaje para conversar de Umberto Eco como de Brian Eno. En sus clases yo encontré lo que había esperado de San Marcos.

Todo esto indudablemente se debe a su historia de vida, su formación y su personalidad. Mihaela era de Rumanía, un origen que nos resulta extraño, pues nuestras relaciones con ese lejano país del este de Europa son inexistentes. Ella se diferenciaba de todos los demás profesores inmediatamente, pero el detalle estaba en sus intereses y en su talante desenvuelto que conectaba rápidamente con los jóvenes, quienes del desconcierto pasábamos al deleite por aprender. Todo esto sucedía en nosotros que veníamos formados en una educación vertical y rígida, donde el profesor es una figura de autoridad que poco exige pensar y criticar; por eso, derruidas nuestras viejas convicciones una nueva relación con el conocimiento germinaba.

No fui cercano a ella, pero siempre traté de encontrar posibles coincidencias entre Rumanía y Perú, e imaginar cuál sería su opinión. Rumanía un país pobre y con muchas desigualdades (como el nuestro); pero con la riqueza de dos culturas conviviendo, la occidental y la oriental. Me hubiera gustado saber qué pensaba ella de esa exclusión existente entre europeos, del fascismo que surgió en su país en el siglo XX, de sus compatriotas famosos (de Emil Cioran, de Mircea Eliade, de Drácula) o cómo fue vivir en un país del bloque comunista en medio de la Guerra Fría. Sé que habría comentado sobre cada uno de estos puntos con agudeza y una sonrisa al final de la conversación.

Mihaela hizo gran parte de su vida aquí, tanto personal como profesional, y en ese trayecto dejó muchos amigos y estudiantes que la recordamos y sentimos sus partida. Por eso, más allá de estas palabras, queremos compartir un entrañable memorial en su honor que fue promovido por otra profesora extranjera (Chile) de la Escuela de Arte, que también es muy querida por nosotros, me refiero a Nanda Leonardini. Es un dato curioso que ambas sean extranjeras y a la vez muy estimadas entre los estudiantes, lo que demuestra la importancia del contacto intercultural para toda formación humana y de los valores que se aprenden a partir de las diferencias; pero eso ya lo conversaremos en otra ocasión.

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Publicado el 17 de febrero de 2021